La agresividad redirigida es un tipo de agresividad muy frecuente en gatos.
Aparece cuando el estímulo responsable de la conducta agresiva no es accesible para el animal, y éste dirige su agresión hacia un objetivo alternativo, que puede ser una persona u otro gato.

La agresividad redirigida es un tipo de agresividad muy frecuente en gatos.

Aparece cuando el estímulo responsable de la conducta agresiva no es accesible para el animal, y éste dirige su agresión hacia un objetivo alternativo, que puede ser una persona u otro gato.

Entre los estimulos más frecuentes, caben destacar: 

• La presencia de otro gato.
• Sonidos de elevada frecuencia.
• La presencia de personas desconocidas.
• El traslado del animal a un ambiente nuevo.

El diagnóstico se realiza identificando los estímulos que excitan y o irritan al gato, relacionándolos con el ataque. Establecer una relación causa-efecto no es fácil por lo que debemos ser muy pacientes y observadores.

El tratamiento más eficaz es evitar la interposición entre el gato y el estímulo que le irrita.

Lo más recomendable es no acercarse al gato hasta que haya iniciado otro comportamiento, como el lamido, juego, etc.

En caso en los que el estímulo desencadenante sea la presencia de otro macho, la castración puede ser eficaz.

Si el estímulo causante produce una reacción de miedo, el tratamiento será el de agresividad por miedo.

Pueden ser útiles dispositivos de distracción para interrumpir la conducta (silbatos, pistolas de agua, bocinas) aunque debemos ser cautos  ya que en algunos gatos al añadir estímulos puede aumentar el nivel de excitación.

La utilización de ansiolíticos de apoyo puede sernos de ayuda.

Las posibilidades de éxito del tratamiento son buenas en el caso de que se den pocos ataques diarios.